Heavy metal, punk, rock, ska, noise, todos estos géneros de música se 
prestan a la divertida violencia del slam, uno de los pocos lugares 
donde podemos desatarnos y golpearnos contra otras personas sin la 
intervención de la ley y el orden. 
Cuando las baquetas le pegan a la batería, las guitarras sacan sus 
riffs y el cantante grita por el micrófono la adrenalina toma el control
 nuestro cuerpo y sentimos la urgencia de bailar con una fuerza y 
rapidez que inevitablemente nos obliga a chocar contra los demás 
asistentes. 
Los que no quieren mancharse la ropa de sudor y sangre se hacen a un 
lado y forman un círculo. Los que comparten tu impulso eufórico se unen 
al caos para rebotar dentro del círculo violento.
Quizás te sorprenderá saber que hay una lógica detrás de la locura del slam.Según investigadores de la Universidad de Cornell de Ithaca, Nueva 
York, los movimientos de los slammeros son similares a los exhibidos por
 partículas moleculares de la materia en estado gaseoso.
El objetivo del estudio era el de analizar el comportamiento de una 
muchedumbre en condiciones extremas como en una manifestación o una 
protesta pública. Lo más cercano a ese escenario en un ambiente que no 
sea tan hostil es el concierto masivo. La gente que se mete al slam lo hace impulsada por bandas tocando a 
más de 130 decibelios y 350 beats por minuto. Además, es común que estas
 personas se encuentren en estado de ebriedad lo cual afecta su 
capacidad para tomar decisiones racionales. Todavía hay que agregar la 
sincronización de las luces y otros factores para tener un caso ideal 
para una investigación científica.
Jesse Silverberg, co-autor del estudio, publicó en un artículo en Huffington Post
 que la idea le vino cuando hace algunos años llevó a su novia a su 
primer concierto de heavy metal. Como un fan que antes se metía a los 
mosh pits, ahora no tuvo más remedio que quedarse a los márgenes del 
slam para cuidar a su novia. 
Silverberg admite que al observar por primera vez el comportamiento 
de la gente en el slam se quedó tan clavado que se olvidó casi por 
completo de la música. Fue ahí donde se dio cuenta de que las 
trayectorias de un mosher después de chocar contra otro cuerpo seguía 
una lógica que obedecía a las leyes físicas de fuerza, velocidad y 
movimiento.
Si alguna vez te haz metido a un slam es probable que te sientas como
 pelota de pinball que rebota de un lado a otro sin que tu tengas mucho 
control sobre la dirección. Silverberg y sus compañeros se metieron a YouTube donde analizaron 
varios videos de mosh pits para determinar los modelos, ajustando 
variables como el tamaño de la población, el ruido, y otros factores. Al
 terminar su análisis, diseñaron un modelo donde puedes ajustar estas variables para observar el movimientos de las moléculas–perdón de gente en un mosh pit-
Otro ejemplo mucho mas pequeño, pero que tambien refleja el movimiento de de las moleculas es la novedad llamada Harlem Shake:

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